Creación
Antes
del tiempo, cuando todo dormía, la materia se hallaba condensada en una esfera
inmersa en la oscuridad, inconsciente de su existencia, como quien duerme sin
soñar.
La nada
abrazaba al todo, lo cubría con su ausencia, lo seducía con el sopor de la
penumbra mental.
La
ignorancia de las partículas que lo conformaban les impedía interactuar, y aun
en su confinamiento, estas se encontraban muy lejos una de la otra.
Así
transcurría el antecedente de la vida, dormido
en una eternidad tan inmensa que bien pudiese nunca haber existido. En
algún momento la realidad se agrietó y la materia durmiente comenzó a soñar; en
su sueño, se pudo mirar.
Empezó a
preguntarse qué hacía ahí, qué era aquel lugar, qué era la nada, y porque la
abrazaba entre otras muchas preguntas que iban surgiendo, y aumentando a cada
momento.
Estas
revoloteaban caóticamente y presionaban contra el interior de la esfera de
materia.
El caos
dolía, igual que ganar consciencia de la propia existencia
Dentro
de aquella esfera comenzó a surgir luz, la primera luz que iluminó la oscuridad
absoluta
Fue
demasiado. Demasiado para contenerlo en un mismo lugar
La
realidad se rompió, y su ruptura dio lugar al espacio-tiempo.
Con un
resplandor maravilloso la materia
despertó; explotó hacia todas las direcciones; hacia cada una de estas salía despedida una de
las interrogantes que se habían formado momentos antes.
Y se
asentaban en cualquier pedazo de la rota realidad; a cada pregunta le surgían
respuestas que a su vez traían más preguntas implícitas, como ramas de un árbol
extendiéndose infinitamente
Estas
se materializaban en el tiempo, formando
los cuerpos celestes
En medio
del caos, cada una de las consciencias recién formadas encontraba un momento de
silencio para consolidarse como una cosa particular, un ente individual que con
origen universal, como el mar fragmentándose en millones de gotas. Todas
distintas, y todas con la misma esencia.
La
repentina lucidez del despertar se desvanecía, y se volvía a esconder en lo más
profundo de todas las cosas, dejando un eco inefable que las inspiraba a tratar
de encontrar su silencio, y su origen
Por
millones de años el caos reinó, las cosas que existían eran entes durmientes
igual que su predecesor; vivían, de alguna manera, sin estar vivas, y también
morían sin dejar de existir para dar lugar a más estrellas, más nebulosas o
planetas.
Pasó
mucho tiempo para calmar el sueño de los planetas. Algunos creaban anillos
alrededor de ellos, otros se quedaron en la más absoluta calma, el frío, la
inercia, otros tantos ardían, o estaban hechos de gas.
Pasó aun
más tiempo para que alguno de ellos pudiera albergar vida como la conocemos
ahora; surgiendo desde la más diminuta inconsistencia. Otra fractura en la
realidad que le permitiría a esos seres evolucionar, hasta volverse un ser
pensante, capaz de razonar
A través
de cada uno de ellos viviría todo el universo, y también el planeta hogar
Cuando
estos seres dormían eran capaces de llegar a aquel sitio, visualizar todo
aquello tan fuera de su alcance…
Crearían
disciplinas para tratar de explicar su entorno, y crearían arte para expresar
el universo de sus mentes. Aprenderían y morirían millones de veces, sin dejar
de existir jamás, hasta llegar al equilibrio, y al final, de nuevo al silencio.
De nuevo
a la oscuridad, a la nada
Al
momento en que toda cosa estuviera tan lejos de la otra, que le impidiera
poderse tocar, o interactuar, por otra eternidad.
Hasta
que otra herida en la realidad trajera todo a la vida otra vez, al dolor, a la
consciencia. Al momento perfecto en que todo se alineó para poderse crear
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