miércoles, 14 de noviembre de 2018

Creación


Creación

Antes del tiempo, cuando todo dormía, la materia se hallaba condensada en una esfera inmersa en la oscuridad, inconsciente de su existencia, como quien duerme sin soñar.
La nada abrazaba al todo, lo cubría con su ausencia, lo seducía con el sopor de la penumbra mental.
La ignorancia de las partículas que lo conformaban les impedía interactuar, y aun en su confinamiento, estas se encontraban muy lejos una de la otra.
Así transcurría el antecedente de la vida, dormido  en una eternidad tan inmensa que bien pudiese nunca haber existido. En algún momento la realidad se agrietó y la materia durmiente comenzó a soñar; en su sueño, se pudo mirar.
Empezó a preguntarse qué hacía ahí, qué era aquel lugar, qué era la nada, y porque la abrazaba entre otras muchas preguntas que iban surgiendo, y aumentando a cada momento.
Estas revoloteaban caóticamente y presionaban contra el interior de la esfera de materia.
El caos dolía, igual que ganar consciencia de la propia existencia
Dentro de aquella esfera comenzó a surgir luz, la primera luz que iluminó la oscuridad absoluta
Fue demasiado. Demasiado para contenerlo en un mismo lugar
La realidad se rompió, y su ruptura dio lugar al espacio-tiempo.
Con un resplandor maravilloso  la materia despertó; explotó hacia todas las direcciones;  hacia cada una de estas salía despedida una de las interrogantes que se habían formado momentos antes.
Y se asentaban en cualquier pedazo de la rota realidad; a cada pregunta le surgían respuestas que a su vez traían más preguntas implícitas, como ramas de un árbol extendiéndose infinitamente
Estas se  materializaban en el tiempo, formando los cuerpos celestes
En medio del caos, cada una de las consciencias recién formadas encontraba un momento de silencio para consolidarse como una cosa particular, un ente individual que con origen universal, como el mar fragmentándose en millones de gotas. Todas distintas, y todas con la misma esencia.
La repentina lucidez del despertar se desvanecía, y se volvía a esconder en lo más profundo de todas las cosas, dejando un eco inefable que las inspiraba a tratar de encontrar su silencio, y su origen
Por millones de años el caos reinó, las cosas que existían eran entes durmientes igual que su predecesor; vivían, de alguna manera, sin estar vivas, y también morían sin dejar de existir para dar lugar a más estrellas, más nebulosas o planetas.
Pasó mucho tiempo para calmar el sueño de los planetas. Algunos creaban anillos alrededor de ellos, otros se quedaron en la más absoluta calma, el frío, la inercia, otros tantos ardían, o estaban hechos de gas.
Pasó aun más tiempo para que alguno de ellos pudiera albergar vida como la conocemos ahora; surgiendo desde la más diminuta inconsistencia. Otra fractura en la realidad que le permitiría a esos seres evolucionar, hasta volverse un ser pensante, capaz de razonar
A través de cada uno de ellos viviría todo el universo, y también el planeta hogar
Cuando estos seres dormían eran capaces de llegar a aquel sitio, visualizar todo aquello tan fuera de su alcance…
Crearían disciplinas para tratar de explicar su entorno, y crearían arte para expresar el universo de sus mentes. Aprenderían y morirían millones de veces, sin dejar de existir jamás, hasta llegar al equilibrio, y al final, de nuevo al silencio.
De nuevo a la oscuridad, a la nada
Al momento en que toda cosa estuviera tan lejos de la otra, que le impidiera poderse tocar, o interactuar, por otra eternidad.
Hasta que otra herida en la realidad trajera todo a la vida otra vez, al dolor, a la consciencia. Al momento perfecto en que todo se alineó para poderse crear

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